Durante la Edad Media, Europa mantenía un comercio con el Lejano Oriente a través de la Ruta de la Seda, trayendo artículos de lujo desde Asia. Sin embargo, las rutas eran peligrosas, especialmente después de la conquista otomana de Constantinopla en 1453, lo que llevó a los europeos a buscar nuevas rutas marítimas.