a mariana mesa rivera 5 éve
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Según las estimaciones más moderadas y fiables, la guerra costó entre ciento cincuenta y trescientas mil vidas. Durante su posterior gobierno, Pol Pot intentaría “desviar” el número de víctimas propias achacándolas a la guerra, hablando de seiscientas mil a un millón cuatrocientas mil. Más del 20% de todas las propiedades materiales del país fueron destruidas. La guerra, especialmente los bombardeos masivos de 1969-1973, arruinó a la economía agraria y debilitó a la sociedad tradicional. La guerra impidió cualquier tipo de resistencia que la sociedad camboyana pudiera presentar al nuevo gobierno. Desmoralizo o destruyó a su élite y permitió al KR consolidarse rápidamente en el poder gracias a las prioridades estratégicas de su aliado norvietnamita y la irresponsable actitud de Sihanouk.
Algo de razón tuvo la teoría del dominó, causa última de la intervención estadounidense en el Sudeste Asiático. Entre 1975 y 1980 se da la máxima expansión del comunismo en el Tercer Mundo: Indochina, Afganistán, Nicaragua y los afro-comunismos de Etiopía y las ex-colonias portuguesas de Guinea-Bissau, Angola y Mozambique.
La situación se hizo crítica con la instalación de cinco mil guerrilleros a las orillas del Mekong dedicados a hostigar a los navíos estadounidenses que transportaban suministros. Fue necesario desarrollar un puente aéreo para abastecer a Nom Pen. El 6 de marzo de 1975 se hizo imposible, los obuses comunistas alcanzaron el aeropuerto y cortaron la última vía de comunicación. Fue entonces que el Congreso estadounidense votaba por cesar su ayuda a Lon Nol. Sus B-52 no volvieron y el KR pudo dedicarse a bombardear con artillería y cohetes la capital. Lon Nol se exilió el 30 de marzo. El 11 de abril el aeropuerto de la capital cerraba definitivamente y en la madrugada siguiente se realizaba la operación Eagle Pull, «tirón del águila». Unos 82 estadounidenses, 159 camboyanos –la mayoría empleados de su embajada y familiares– y 35 ciudadanos de terceros países. El 14 de abril algunas banderas rojas comenzaron a flamear en barrios del norte de la capital. El 16 de abril se negociaba la rendición final del gobierno. A la mañana siguiente, un ejército de campesinos adolescentes del KR entraba en la ciudad. Lo que más llamó la atención de sus habitantes fue el frío e inexpresivo autocontrol de los guerrilleros, «cadáveres mutilados formaban parte de su existencia diaria, igual que un plato de arroz»; siempre obedecían las órdenes sin preguntar.
Dos eventos serían decisivos para la guerra y condenarían al gobierno jemer. Primero está el estrepitoso fracaso de la Operación Chenla II, una ofensiva gubernamental iniciada el 20 de agosto de 1971 contra las principales bases norvietnamitas. Acabaría con el aniquilamiento de las mejores tropas del gobierno y la retirada el 3 de diciembre. Mientras el KR creaba un ejército disciplinado, el gobierno pasaba a depender de reclutas mal entrenados y mayoritariamente en edad escolar, dirigidos por oficiales sin conocimientos tácticos pero hábiles en inventar soldados “fantasmas”, unidades inexistentes en la realidad pero si en los registros para apropiarse de las armas y suministros que se les enviaban y venderlos al enemigo. Esos “fantasmas” también fueron frecuentes en el ejército de Saigón. Del millón y medio de tropas que tenían en 1968, hasta cien mil no existían en realidad.
La presencia comunista comenzó a surgir en la frontera con Vietnam, cuando el Viet Cong y los norvietnamitas instalaron bases entre 1964 y 1965. Sihanouk militarmente no podía hacer nada por haber desatendido a conciencia en los años previos las necesidades de las Fuerzas Armadas Reales Jemeres (FARJ; Forces armées royales khmères en francés, FARK), dirigida por oficiales opositores de derecha, así que intentó seguir manteniéndose al margen de la guerra regional; negoció con los comunistas. A cambio de no intervenir en los asuntos internos de Camboya, él no llevaría operaciones militares en su contra y permitiría su abastecimiento desde el puerto de Sihanoukville.