por Diego Leonardo Martínez Ayala hace 4 años
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Hay una correlación sorprendente entre el lenguaje empleado y el modo de razonamiento
El niño de nivel preoperatorio comprende bien las expresiones de nivel superior cuando se insertan en órdenes o consignas ("Dale a aquél un lápiz mayor", etc.); pero no las utiliza espontáneamente
Cuando se le guía a utilizarlas, mediante un aprendizaje propiamente lingüístico, lo consigue, aunque difícilmente; pero ello sólo modifica un poco sus nociones de conservación
Esos resultados, unidos a los reseñados en el $ VI-3,parecen demostrar que el lenguaje no constituye la fuente de la lógica, sino que está, contrario, estructurado por ella
Ese esquematismo continúa luego desarrollándose y estructurando el pensamiento, incluso verbal, en función del progreso de las acciones, hasta la constitución de las operaciones lógico-matemáticas
Si, en efecto, se comparan las conductas verbales con las senso-motoras, se observan grandes diferencias en favor de las primeras, mientras que las segundas se ven obligadas a seguir los acontecimientos sin poder sobrepasar la velocidad de la acción
Las adaptaciones senso-motoras están limitadas al espacio y al tiempo próximos
El lenguaje permite al pensamiento referirse a extensiones espacio-temporales mucho más amplias y liberarse de lo inmediato.
La inteligencia senso-motora procede por acciones sucesivas y progresivamente, mas el pensamiento consigue, gracias sobre todo al lenguaje, representaciones de conjunto simultáneas
Esos progresos de pensamiento representativo con relación al sistema de los esquemas senso-motores se deben, en realidad, a la función semiótica en su conjunto:
Este comienza, tras una fase de balbuceo espontáneo y una fase de diferenciación de fonemas por imitación, por un estadio situado al término del período senso-motor, y que ha sido descrito, a menudo, como el de las "palabras-frases"
Desde el fin del segundo año se señalan frases de dos palabras; luego, pequeñas frases completas sin conjugaciones ni declinaciones, y después una adquisición progresiva de estructuras gramaticales.
Evocación
Consiste en evocarlo en su ausencia, por medio de un recuerdo-imagen
Reconomiento
Sólo actúa en presencia del objeto ya encontrado y que consiste en reconocerlo
Dos tipos de imágenes
Es necesario, ante todo, distinguir dos grandes categorías de imágenes mentales:
imágenes anticipadoras
Imaginan movimientos o transformaciones, así como sus resultados, pero sin haber asistido anteriormente a su realización (como es posible imaginar las transformaciones de una figura geométrica sin haberlas materializado aún en un dibujo).
Imágenes reproductoras
Se limitan a evocar espectáculos ya conocidos y percibidos anteriormente
Por sí mismas, pueden referirse a configuraciones estáticas, a movimientos (cambios de posición) y a transformaciones (cambio de forma), porque esas tres clases de realidades se ofrecen constantemente en la experiencia perceptiva del sujeto.
Los problemas de la imagen
En cuanto al problema de las relaciones entre la imagen y el pensamiento, tanto BINET como los psicólogos alemanes de la escuela de Wurzbourg, han mostrado la existencia de lo que ellos denominaban un pensamiento sin imagen: puede imaginarse un objeto
El juicio que afirma o que niega su existencia no es imaginado en sí mismo
Éste sólo se refiere a conceptos u objetos conceptualizados a título de clases singulares y subsiste, tanto en el adulto como en el niño
El problema que suscita la imagen en psicología de niño consiste entonces en seguir, en el curso del desarrollo, las relaciones entre el simbolismo imaginado y los mecanismos preoperatorios u operatorios del pensamiento
El realismo del dibujo pasa, pues, por diferentes fases.
Realismo Intelectual
Viene luego el período esencial del "realismo intelectual", en que el dibujo ha superado las dificultades primitivas, pero proporciona esencialmente los atributos conceptuales sin preocupaciones de perspectiva visual
Realismo frustrado
O fase de incapacidad sintética, en que los elementos de la copia están yuxtapuestos, en lugar de coordinados en un todo: un sombrero muy por encima de la cabeza o los botones al lado del cuerpo.
Realismo fortuito
Llama "realismo fortuito" la de los garabatos, con significación que se descubre luego
Resulta indispensable a su equilibrio afectivo e intelectual que pueda disponer de un sector de actividad cuya motivación no sea la adaptación a lo real sino, por el contrario, la asimilación de lo real al yo, sin coacciones ni sanciones
Tal es el juego, que transforma lo real, por asimilación más o menos pura, a las necesidades del yo, mientras que la imitación es acomodación más o menos pura a los modelos exteriores, y la inteligencia es equilibrio entre la asimilación y la acomodación
Además, el instrumento esencial de adaptación es el lenguaje, que no es inventado por el niño, sino que le es transmitido en formas ya hechas, obligadas y de naturaleza colectiva, es decir, impropias para expresar las necesidades o las experiencias vividas por el yo.
Tal es el juego simbólico, que no es sólo asimilación de lo real al yo, como el juego en general, sino asimilación asegurada (lo que la refuerza) por un lenguaje simbólico construido por el yo y modificable a la medida de las necesidades
La función de asimilación al yo que cumple el juego simbólico se manifiesta bajo las formas particulares más diversas, en la mayor parte de los casos afectivas, sobre todo, pero a veces al servicio de intereses cognoscitivos
Papel de la imitación
Siendo tales las primeras manifestaciones de la función semiótica, el problema que se plantea, ante todo, es comprender el mecanismo de su formación
El lenguaje mismo, que, contrariamente a las precedentes conductas, no es inventado por el niño, se adquiere en un contexto necesario de imitación (porque si se aprendiese sólo por un juego de condicionamientos)
La imitación es de inmediato una prefiguración de la representación, es decir, que constituye, en el curso del período senso-motor, una especie de representación en actos materiales
La adquisición del lenguaje, hecha accesible en esos contextos de imitación, cubre finalmente el conjunto del proceso, asegurando un contacto con los demás, mucho más potente que la simple imitación y que permite a la representación naciente aumentar sus poderes apoyándose en la comunicación.
La imitación, pues, constituye a la vez la prefiguración senso-motora de la representación y, en consecuencia, el término de paso entre el nivel senso-motor y el de las conductas propiamente representativas.
Aparición de la función semiótica
En el curso del segundo año aparece, por el contrario, un conjunto de conductas que implica la evocación representativa de un objeto o de un acontecimiento ausentes y que supone, en consecuencia, la construcción o el empleo de significantes diferenciados, ya que deben poder referirse a elementos no actualmente perceptibles tanto como a los que están presentes.
Evocación verbal
Cuando el infante dice "miau", sin ver ya al gato, existe representación verbal, además de imitación.
La representación se apoya exclusivamente (o acompañándose de una imagen mental) en el significante diferenciado constituido por los signos de la lengua en vías de aprendizaje.
La imagen mental
De la que no se encuentra huella alguna en el nivel senso-motor (si no fuera así, el descubrimiento del objeto permanente se facilitaría mucho) y que aparece como una imitación interiorizada.
Dibujo o imagen gráfica
Es, en sus comienzos, un intermediario entre el juego y la imagen mental, aun que no aparece apenas antes de los dos o de los dos años y medio.
El juego simbólico o juego de ficción
El infante inventa su primer juego simbólico, aparentando dormir, sentada y sonriendo ampliamente, pero cerrando los ojos, con la cabeza inclinada y el pulgar en la boca, asiendo un pico de la sábana que simula el de su almohada
En todos esos casos la representación es neta y el significante diferenciado es, de nuevo, un gesto imitador, pero acompañado de objetos que se han hecho simbólicos.
Imitación diferida
En una conducta de imitación senso-motora, el niño comienza por imitar en presencia del modelo (p. ej., un movimiento de la mano), después de lo cual puede continuar en ausencia de ese modelo, sin que ello implique ninguna represen tación en pensamiento.
Esta imitación diferida constituye un comienzo de representación, y el gesto imitador, un inicio de significante diferenciado.