DUDA METODICA

Año 1629. en esa época Descartes había
comenzado sus investigaciones filosóficas y matemáticas.

Subtema

Meditación segunda,

Puedo dudar de todo, menos de que pienso, pues aun para negar que pienso necesito pensar. Por tanto podría negar que exista mi cuerpo y el mundo entero y todas las verdades lógicas o sensoriales, podría suponer que mi mente estuviera constituida de manera que viera como verdadero lo que no es sino un sueño o una ilusión, pero, aun con todo, no puedo negar que pienso.

si algo soy, si algo innegablemente existe de mí, ese algo es mi pensar

¿MÁS CERA QUE LA QUE ARDE?

La cera es un ejemplo valioso por la capacidad de transformar su estado conforme cambia de temperatura o sufre presiones físicas sobre su estructura. Con esos cambios se asocian cambios a su vez en las impresiones sensoriales que transmite, además resulta todo un acierto pues acerca enormemente la meditación no ya a un elemento concreto de la realidad, sino a un elemento enormemente familiar y sencillo

Descartes con esta analogía analiza el viejo tema del cambio y de la permanencia del ser. Ciertamente la cera cambia, pero permanece en un modo de conocerla que es constante, y, por tanto, superior a las impresiones de los sentidos.

De ese modo, en el conocimiento cartesiano, la idea (en este caso, la idea de «cera») es más verdadera que su sensación empírica, que, por darse sobre impresiones dudosas y cambiantes, no puede poseer un apoyo seguro de la propia idea, que permanece inalterable, «cera», más allá de su estado: sólida, derretida, perfumada o inodora, blanca, gris o transparente

Meditación Tercera

Yo soy una cosa que piensa, es decir, que duda, que afirma, que niega, que conoce poco
e ignora mucho, que desea, que odia, que quiere y no quiere, que incluso imagina y siente

pienso, luego existo

DE LA CERTEZA LIMITADA A LA VERDAD INFINITA

Descartes habla de tres tipos de ideas: entrañas, innatas y las creadas por uno mismo.

Ideas Extrañas

Son las menos fiables, las que proceden de las sensaciones y las asociaciones que producen en nosotros, a las que llama Descartes «ímpetus naturales».

Ideas innatas

La realidad como quimera

Comienza la duda cartesiana, que es una duda metódica, es decir, una duda que va desde los niveles materiales y sensibles hasta los más abstractos y racionales

Como se aprecia a continuación, la primera duda viene dada por la conocida imperfección de nuestros sentidos, por ejemplo: la traslación de la Tierra en torno al Sol. Precisamente la hipótesis mantenida por Galileo y cuya condena, influyó en el ánimo de Descartes.

El escepticismo no fue una posición exclusiva o personal de Descartes, ni de algún que pensador. Fue un rasgo de época, y lo fue precisamente por la crisis moral y de pensamiento que vivió la

sociedad europea de esos años, desagarrada por las luchas de religión, y atravesada por una revolución científica sin comparacion hasta entonces.

La duda y el escepticismo son inseparables del espíritu de época, del barroco europeo

Esa duda había alcanzado a Descartes desde muy temprana edad. Es la duda primera, inmediata, la que provoca en nosotros la certeza de que a menudo nuestros sentidos nos engañan

LA INCERTIDUMBRE DE LA LÓGICA, LA DUDA MATEMÁTICA

Nos hallamos aproximadamente en la tercera de las meditaciones, en ella, la duda cartesiana se eleva desde los hechos concretos de los sentidos a las ideas más generales. Primero respecto de la realidad: cielo, tierra, aire, colores, sonidos; más tarde respecto de conceptos puramente matemáticos, lógicos, donde no es necesaria la experiencia y menos las engañosas sensaciones para conceder que sean sus proposiciones verdaderas o no

la verdad surge de la lógica misma de sus conceptos y relaciones.

AL MENOS UNA ÚNICA VERDAD IRREFUTABLE, UN PUNTO DE APOYO

Es evidente que esta duda exhaustiva nos deja sin algo firme a que atenernos.

Anatole Arquímedes un amigo de Descartes dice: Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo